Pequeña confesión
Hola, voy al grano, quisiera proponerte
algo. Desde hace algunas semanas percibo tus movimientos fluidos, tus ojos
inquietos y tu singular sonrisa al verme. Procuras siempre hablarme en algún
momento de la clase, casi siempre al final de ella.
Bueno este escrito se ha alargado un
poco más de lo que pensaba, entre mis palabras viene una propuesta un poco
indecorosa, quizás un poco fuera de lugar y es que, a diferencia de unas
salidas por una taza de café, preferiría indagar más en tu ser. Debo confesar
que me intrigan tus formas y te quiero conocer un poco más, podría mirarte en
algún otro escenario y si me permites me gustaría participar. Ambos podemos
improvisar, sabemos resolver los imperfectos y tus pasos con los míos podrían
crear una danza. Sin duda encontraremos el ritmo y te permitiré tocar, salir y
volver al acto.
Claro si tú me lo permites, de mi parte
lo tienes permitido. Nuestra esencia puede durar solamente unas horas, un par
de semanas o lo que nos reste la vida. Algunas veces habrá posibilidad de nadar
en la tormenta o estar inquietos en marea baja, con los pies desnudos en la
orilla de nuestros deseos.
Podrías decir que poco nos conocemos
como para poder llegar a tal punto de intimidad a solas, a diferencia de otros
momentos, al menos recuerdo tu nombre y para mi basta y cesa. Si buscas
involucrarte un poco más, házmelo saber, que tu esencia y carisma estoy
dispuesta a conocer. Si solo buscas lo que te estoy proponiendo, deja tus
maletas a un lado de la puerta, sabré que cuando terminemos de montar nuestro
baile, tomaremos nuestras cosas y listos anunciaremos el final.
Sara Cancino