Cortar
Como cada miércoles de quincena me dirigí a realizar mi respectivo corte de cabello. Alinear lo de arriba, emparejar la patilla y remarcar mi cabello por detrás. Siempre el mismo lugar en la hora menos concurrida. Para mi sorpresa mi estilista estaba ocupada, como mi visita ya era un ritual quincenal, jamás hice cita. Pero hoy estaba ahí una chica como de unos veintitantos años y yo a la par detrás de ella esperando quince minutos de más para ser atendido.
La chica venía sola, nadie la acompañaba, pensé que las mujeres hacían todo en pares. Al parecer esta joven no estaba tan segura de su corte, porque mi estilista con frecuencia le preguntaba: ¿estás segura?, tú dime cuando pare; y ella sólo respondía “estoy segura, sólo cortalo”.
Cuando dejó de caer cabello de las manos de mi estilista, la chica sacudió el exceso, peinó su cabello y entregó el pago por el corte. Antes de salir del local dijo: “gracias, volví a encontrar a mi hermano”, y se fue. Cuando me senté en la silla mi estilista me puso la capa y agregó: “y tú, ¿a quién estás buscando?”.
Me recordó a una amiga a quien no había visto en más de una década. Ella esperaba que yo fuera el mismo de antes y me reclamó: «Tú no eres así, tú piensas diferente». Lo que ella no comprendía es que yo decidí ser diferente, ¿me convierte eso en un impostor? ¿Tenemos que ser la estatua cincelada azarosamente por las circunstancias de nuestras vidas, o podemos recuperar el control y esculpir conscientemente la personalidad con la que mejor nos identifiquemos?... Tan fácil como pedir un corte.
ResponderBorrarCambiar es parte de la vida, hasta nuestro cuerpo envejece como parte del cambio. Los mas importantes y son los que hacemos por voluntad, poniendo en juego nuestra zona de confort. Gracias
Borrar