Los mejores platos
Llega una edad donde el paladar se enciende y toma placer en múltiples figuras, el mío floreció un poco tarde pero con mayor intensidad. Por un par de años me conformaba con pan y agua, muy sencillo para empezar. El pan suele tener muchas formas, a veces llena y otras, solo es para quitarse el antojo. Para digerir, el agua. Después peque con un dulce agrio, ahí me di cuenta de que el pan y el agua no eran suficientes. Me adentre al mundo de las carnes, donde existen diferentes cortes y distintos términos. Aunque mis gustos estuvieran en el término medio, no estaba de más pasar por los dos extremos de la cocción.
Las verduras nunca fueron mi fuerte; pero hice un sacrificio, las cortaba en pedacitos, a veces las aplastaba para solamente tragarlas. Mi paladar no gustaba tanto de ese sabor. Entre las carnes y las verduras pase a las pastas, que me aburrieron de su poca variedad, blanco o rojo y siempre frío. Entre todas las opciones y la disposición de todas las horas para comer, las múltiples combinaciones fueron haciendo un equilibrio entre lo que me gustaba comer y la opción disponible.
Una noche identifique entre las compras de la quincena, un alimento que pocas veces llegue a comer y sin duda había reducido de mi lista. Podía comerlo frío o caliente, no necesitaba de muchos condimentos, su preparación era sencilla, me gustaba comerlo casi crudo, a veces quemado para saborear lo crujiente, me perdía entre sus líneas, su textura llegaba a ser suave aunque a veces le salían espinas, pequeñas y muy filosas. Y aunque era una maravilla consumir este alimento, llegó a intoxicarme.
Lo que hace especial a un platillo es el valor que el comensal le da con o sin complementos, además del tiempo y dedicación que el consumidor le presta.
Sara Hernández
Siempre he creído que los gustos culinarios son extremadamente subjetivos, al grado de que pueden ayudarnos a dibujar un mapa de la psique de una persona. Sólo es cuestión de observar. Lo chistoso de esto es que a las personas que más les gusta lo que cocino, son las personas a quienes mejor conozco. Después andan por ahí diciendo que comieron el platillo perfecto, cuando en realidad sólo se les preparó algo hecho a su medida, una manifestación culinaria de sus propios deseos; algo así como una probadita de sí mismos.
ResponderBorrarAlgo de amor, detecta el paladar.
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