No nos tragamos las palabras, las saboreamos
No nos tragamos las palabras, las saboreamos, por eso avanzamos. Las masticamos, las pasamos por nuestros dientes, por nuestra lengua y por último pasan por el esófago para llegar al estómago. Ahí se desmenuzan, se van filtrando, los versos en estrofas, en oraciones, en palabras, sílaba por sílaba deshilandolas para llegar a conocer las verdaderas intenciones.
Deberías intentarlo, por lo menos intenta tragarlas, así pasan directo al estómago. Personalmente te recomiendo que mastiques, fuerte, duro, porque hacer un gran bocado de lo que hablas podría resultarte pesado. Te advierto que tendrás que dudar un poco sobre lo que llega a tu estómago, recuerda que algunas partes se quedan atoradas entre dientes o debajo de la lengua.
Así que ya sabrás tú, te comes todo y lo digieres desde adentro o bien podrías escupir hacia arriba y dejar que la saliva caiga en tu rostro, esos fragmentos dan directo en la piel y penetran el alma. Como gustes saborear lo que dices, no te preocupes si tu paladar nota que tus palabras son frías el estómago es cálido, pero cuidado con siempre ser fría y cortante, el estómago también se puede enfermar.
Para aquellos que no degustan de sus palabras les receto: comprensión, cariño y cuidado. Llegará su momento, anímense a probar lo que dicen, porque vivir alimentándose de lo que dicen las otras personas de ustedes terminara matándolos o peor aún, podrían desarrollar un paladar acostumbrado a las mentiras, tranquilo llegará tu momento, solo atrévete a saborear… saborearte.
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